ES LA HISTORIA NEGRA

¡Quiero contarles una historia de superación! Supongo que ya han odio esto muchas veces y estarán cansados y casadas de valientes historias de personas humildes que retaron al destino e hicieron lo improbable, pero en un país como Colombia, tan injusto y desigual, cada nueva historia de superación debería ser igualmente valorada como la primera y más cuando esas historias vienen de personas que están dónde no se supone.

Hace un par de meses me gradué de magistra en Gobierno del Territorio y gestión pública de la Pontificia Universidad Javeriana, una de las universidades más elitistas y por ende más costosas de Colombia. Culminar la maestría me llevó más del tiempo normal y aunque hubo otras razones, la principal fue el factor económico, y es que este posgrado, junto con el de la especialización que también cursé en la misma universidad lo pagué con mi trabajo, a excepción del primer semestre para el que obtuve ayuda de mi pareja en aquel entonces, el resto de semestres los pagué yo, esto hizo que tuviera que suspender algunos semestres y en algunos casos solo poder pagar medio semestre, también hizo que mi rendimiento académico no fuera siempre el mejor, muchos entienden que cursar un posgrado y trabajar no es tarea fácil, debes esforzarte un poco más, debes tener el coraje de renunciar a algunas cosas que te causan placer para priorizar tu trabajo y tu formación y en algunos momentos, debes pausar las relaciones sociales. 

Por esta razón, muchas veces pensé que no lo lograría, que quizá debí de haberme matriculado en una universidad pública como en el pregrado, ya que las universidades privadas no son pensadas para personas de origen humilde, de hecho eso me dijeron muchas veces y aunque soy consiente que universidades públicas como la Nacional o la de Antioquia, de donde soy egresada, tienen excelentes programas de posgrado, pero yo quería tener la experiencia de estudiar en una universidad como los Andes o la Javeriana, porqué justamente quería controvertir la idea de que estas universidades no son hechas para las personas del común y mucho menos para una mujer negra, hija de una familia negra con un legado de pobreza sistémica. 

Pero contra todo pronostico, finalmente pude graduarme, primero de la especialización y luego de la maestría, mi mamá y mi familia en general estaban, están muy felices y orgullosos porqué hice algo inimaginable apenas hace 10 años en mi familia y precisamente por eso mi mamá rememoró como fue para mí graduarme del colegio por allá en 2002, lo difícil que fue terminar el colegio porqué justamente nuestra situación económica se había complicado más, mi papá y mi mamá no tenían trabajo formal, prácticamente vivían del rebusque, con el agravante de que hacía poco los paramilitares le acababan  de quitar la finca a mi mamá, que era su medio de trabajo y subsistencia, por estas razones en mi ultímo año tuve que salirme del colegio y ponerme a trabajar. 

Cuando pude regresar y llegó la hora de graduarme, mis padres no tenían dinero, yo no recordaba los detalles, pero fue mi mamá que me recordó que no tuvieron con que comprarme un vestido por lo que no fui a ninguna fiesta, que mi hermano James me compró unas medias veladas negras y una camisa blanca y una amiga me presto unos tacones negros, mientras otra me lacio el cabello por primera vez, de forma gratuita y me hizo un "peinado bonito"; mi madre me dice que ella fue a los grados pero no entró al recinto de la ceremonia porqué no tenía ropa adecuada para el evento y no quería avergonzarme, que quien estuvo conmigo fue mi hermano James -mi leal escudero-.

Por alguna razón yo no recordaba nada de esto, por alguna razón bloqueé este tipo de recuerdos, son mi hermano James y mi mamá los que de tanto es vez, que en alguna conversación me los desbloquean, -supongo hay una razón psicológica para esto-. El punto es que cuando mi mamá me contó esto, tanto ella como yo lloramos y ahora que veo el vestido que use para mis grados de posgrado, diseñado por un joven negro de origen humilde, con una experiencia de vida similar a la mía a pesar de la diferencia generacional, no puedo evitar pensar que las historias de la gente negra, en Colombia, Estados Unidos o el Congo, con algunas excepciones, son muy similares, las vidas negras son una constante historia de superación, de luchas, de resistencias, con el agravante de que para las personas negras la batalla no se libra solo dentro de un sistema económico opresor, explotador y desigual, como para la mayoría de la población blanco/mestiza empobrecida del mundo, sino y principalmente dentro de un sistema racializado y en el caso de las mujeres, un sistema machista y patriarcal; creo que la imagen del fondo de la pared perteneciente al salón de ciencias jurídicas -o algo así-, de la Javeriana, ilustra bien lo que estoy describiendo. 

Mi mamá en una de nuestras charlas rememorando los años más difíciles me dijo que ella sentía que nuestra familia estaba maldita, que padecía algún tipo de castigo divino por algún mal que hicieron nuestros ancestros en el pasado (mi madre es muy católica), que tanta miseria y tanta mala fortuna no era cosa de Dios, yo le quiero reafirmar aquí lo que le dije en ese entonces, y es que la miseria y la mala fortuna de nuestra familia a lo largo de los tiempos, no tienen nada que ver ni con Dios ni con el diablo, ellas son consecuencia del racismo estructural como proceso de deshumanización de nuestros ancestros y ancestras y de sociedades injustas social y económicamente; nuestra "maldición" no tiene ninguna consecuencia mística, se debe a haber quedado del otro lado de la historia, de ser los Sin historia, los Nadie de los que hablaba Galeano; la pobreza que compartimos hoy los pueblos racializados del mundo, es una pobreza creada por una parte de la humanidad que pretende aún hoy, como pretendió en el pasado, que vivamos en una esclavitud perpetua, tanto material como mental. 

Para mí, poder escribir estas palabras como egresada de una universidad como la Pontificia Universidad Javeriana, a pesar de lo improbable, vale cada esfuerzo que hice año tras año para lograr culminar mis posgrados, cada lagrima derramada por mi mamá cuándo no tuvo para alimentarnos a mis hermanos y a mí y cada esfuerzo que hizo por darnos un mejor futuro económico a pesar de no haberlo logrado, porqué vaya que esa mujer lo intento una y otra vez.

Es por esto por lo que quería contar esta historia, porque no se trata de mi historia, se trata de la historia de mi mamá Yulis, de mi abuela Luzma, de mi Bisabuela Bella y de mis tres hermanas, mujeres tenaces todas y que influyeron en mi de formas que no pueden imaginar, se trata de la historia negra.

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